De las amígdalas al alma: el viaje que cambió mi vida para siempre
- nutriwellnesslife
- 11 abr
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul

Bienvenida y bienvenido a este espacio de transformación y bienestar
Hola a todas y todos. Estoy F E L I Z de inaugurar este espacio dedicado al bienestar integral: NutriWellness. A través de este blog quiero compartir mis reflexiones, herramientas prácticas y recursos sobre alimentación consciente, emociones, vínculos y bienestar. Este es un lugar donde podemos explorar juntos y juntas cómo vivir con más equilibrio, propósito y conexión con nosotros mismos.
¿Por dónde empezó este camino?
Lo que hoy comparto acá no empezó por una decisión racional. Empezó por el cuerpo. Hace unos años, en plenas vacaciones, me volvió a pasar lo de siempre: las amígdalas inflamadas, llenas de placas, fiebre alta y un dolor insoportable. Me daban inyecciones todos los días y hasta consideraron mandarme de urgencia de vuelta a Buenos Aires.
Hasta que fui a ver a Lucky, una médica del sur.
Una mujer distinta.
Me escuchó en serio.
Y me dijo algo que me marcó para siempre:
“¿Qué es eso que querés decir y no estás diciendo?”
Esa frase me atravesó.
Y sin pensarlo, empecé a hablar.
Me salían las palabras solas: el enojo guardado, la frustración, el cansancio emocional. Todo lo que venía silenciando desde hacía tiempo, por fin salió.
Ahí entendí que no era solo una infección. Era mi cuerpo gritando lo que yo no podía decir. Y cuando lo solté, cuando me animé a nombrarlo, empecé a sanar. Nunca más me volví a enfermar de esa forma.
Ese fue mi punto de partida. Ahí empezó este camino que hoy tiene nombre: NutriWellness.
En un mundo que va a mil y vivimos rodeados de distracciones, sentí la necesidad de frenar, mirar hacia adentro y reconectar con lo que de verdad es importante. La salud no es solo la ausencia de enfermedad, ni algo que se nota solo en el cuerpo. Es un estado que también incluye cómo nos sentimos, cómo pensamos, cómo dormimos, cómo nos relacionamos y cómo nos tratamos.
Este blog es una forma de compartir lo que fui aprendiendo, lo que sigo explorando, y lo que me ayuda en mi día a día. No creo en caminos perfectos, pero sí en el poder de la escucha, del cuidado y del compromiso con una misma/o. Cambiar no siempre es fácil, pero cuando lo hacemos desde un lugar amoroso y con sentido, se vuelve mucho más posible.
La alimentación consciente como puerta de entrada
La alimentación consciente fue una verdadera revelación en mi vida. Descubrí que la forma en que comemos afecta no solo nuestra salud física, sino también nuestras emociones, nuestra energía y nuestras relaciones. Al principio pensé que se trataba de seguir una dieta o contar calorías, pero enseguida entendí que era mucho más profundo. Tiene que ver con observarnos, con registrar cómo nos sentimos antes, durante y después de comer, y con empezar a hacer elecciones que realmente nos nutran.
Un estudio de la Universidad de Harvard mostró que las personas que practicaban alimentación consciente tenían un 44% menos de antojos. Y en lo personal, noté que al prestar atención a lo que comía, también empecé a reconocer qué me estaba pasando emocionalmente.
Hace poco, mientras comía una ensalada de repollo, zanahoria y cebolla, sentí cómo ese plato tan simple me conectaba con recuerdos, con momentos compartidos, con emociones. Esa era la ensalada que comíamos en cada asado familiar, con mi mamá y mi papá. Y aunque él ya no está en este plano, esa mezcla de sabores me trajo su presencia de una forma tan real y amorosa que me emocionó. Ahí entendí, una vez más, que no solo estaba alimentando mi cuerpo, sino algo mucho más profundo.
Cuando las emociones hablan a través de la comida
Las emociones influyen muchísimo en nuestra forma de comer. A veces buscamos algo dulce cuando estamos tristes, o picoteamos sin hambre cuando sentimos ansiedad. Me pasó muchas veces: frente a una mudanza, una pérdida, me encontraba buscando consuelo en la comida, sin darme cuenta de lo que en realidad estaba necesitando.
Con el tiempo, empecé a entender que detrás de muchos hábitos había emociones no expresadas, mandatos, viejas heridas. Observé los momentos en los que más antojos tenía y qué sentía realmente. Esa mirada más profunda fue transformadora.
En vez de refugiarme en la comida, empecé a buscar otras formas de acompañarme: meditación, journaling, contacto con la naturaleza, y también mover el cuerpo de una forma que disfruto, como el paddle, que me copa y me hace sentir viva.
Herramientas que me ayudan a ir más profundo
No fue solo desde la nutrición. Fui sumando herramientas que me ayudaron a ver más claro y a ir más profundo: la nutrición ayurvédica, las constelaciones familiares, la biodescodificación, el trabajo con memorias del cuerpo, los rituales, el agua de mar, el descanso, el silencio… y también el arte, la escritura y la música.
Todo eso me sigue enseñando a conectar con mis emociones y a no tenerles miedo. A sentir sin reaccionar enseguida. A elegir cómo quiero responder, aunque a veces me cueste. Porque no se trata de estar impecable ni de tenerlo todo resuelto. Yo sigo en camino. Todavía me cuesta a veces, todavía hay días difíciles. Pero aprendí a tratarme mejor. A acompañarme con más amor y menos exigencia.
La importancia de la comunidad y los espacios compartidos
El camino hacia el bienestar no se hace solo. Compartir lo que sentimos, escuchar otras historias, saber que no somos los únicos que estamos transitando un cambio...Todo eso sostiene y abraza.
Con el tiempo descubrí lo importante que es estar rodeada de personas con quienes podemos ser reales. Una comunidad de apoyo da fuerza, motiva y nos permite crecer más livianos. Por eso, una de mis intenciones con este blog es abrir un espacio donde podamos encontrarnos: compartir experiencias, recursos, palabras, silencios.
Me encantaría que esto no quede solo en lo virtual. Sueño con encuentros presenciales, talleres, caminatas, retiros, espacios donde podamos mirarnos a los ojos y sentir que estamos en el mismo viaje.
El bienestar como práctica cotidiana
El bienestar no se logra de un día para el otro ni con un solo taller. Se cultiva en lo de todos los días. En cómo empieza tu mañana, en cómo te hablás, en lo que elegís comer, en el descanso que te das, en cómo te cuidás y también en lo que soltás.
No hace falta hacer todo perfecto. Hace falta constancia. Un poquito de orden. Volver una y otra vez a eso que sabés que te hace bien. Respirar, escribir, tomar agua con conciencia, estirarte, regalarte silencio, dormir bien, comer más real, poner el celular lejos y mirarte hacia adentro.
Estas pequeñas prácticas son más poderosas de lo que creemos. Pero para que tengan efecto, hay que hacerlas parte de la vida.Y ahí aparece la disciplina, no como obligación, sino como un acto de amor hacia una misma/o.
Gracias por estar del otro lado
En esta primera entrega me abrí a compartir parte de mi recorrido, con la intención de que sientas este espacio como un lugar donde podés explorar, aprender, conectar y recordarte.
Cada historia es distinta. Cada proceso también. Pero estamos juntos en el deseo de vivir con más conciencia, salud, alegría y sentido. Y este blog es una forma de acompañarnos en ese camino.
Ojalá puedas encontrar acá algo que te sirva, te alivie o te inspire. Y si tenés ganas, me va a encantar leerte y conocer tu historia en las próximas publicaciones.
Ceci de NutriWellness
Conectá con vos. Nutrite. Viví mejor.
Comentarios